VARGAS
La novela está llena de lugares y de detalles que ambientan los hechos. Hay una especial relevancia de los objetos, no en vano el germen de El susurro de las tripas está en un cuento que desde el título se marida con una silla de madera con ruedas. En ella oiremos el sonido que provoca su recorrido por la plaza empedrada, o los pasos descalzos y sigilosos de una muchacha que corre a los brazos de su amante, o los gritos de las apuestas en la gallera, o el sonido de las pepas de mararay, o el chapoteo de los cuerpos semidesnudos en las aguas del Robeyagua. También sucede así con los animales que se convierten en testigos mudos de los hechos, que comparten el jolgorio y la vida pero también la tragedia y la muerte y que son, juntos con Oscar, el niño que mira al mundo desde la ventana de su casa, en los únicos que podrán escribir la historia que realmente sucede.