GLORIA SUSANA ESQUIVEL
Todas fueron transgresoras en una sociedad que las quería, y las necesitaba, silenciosas y obedientes; todas fueron pioneras de una nueva manera de habitar el mundo y de desmontar, o por lo menos fisurar, este andamiaje ancestral que las atrapaba en lo que llamamos hoy la cárcel del género; una cárcel que ni siquiera la pasión por la escritura, por el arte o la militancia política lograba romper por completo y que, aun cuando lo lograba, era, y me atrevo a decir que sigue siendo, a un precio que ningún hombre con esta misma pasión tiene o tuvo que pagar.
La verdadera revolución operada por estas catorce mujeres fue justamente intentar convencer al mundo de que los hombres ya no podían seguir siendo los únicos para expresar el mundo, para interpretarlo y actuar sobre él. Y, de hecho, desde expresiones distintas y lenguajes distintos, estas mujeres lo lograron en parte, pues después de ellas y de algunas otras que hubieran podido acompañarlas, el muro patriarcal empezó a fisurarse.
Del prólogo de Florence Thomas